MENDIGOS
No sólo son Mendigos los que andan por las calles mal
vestidos, pidiendo de comer o beber porque tienen
hambre, sed o frío. Hay en muchos rincones del mundo,
miles de limosneros escondidos; elegantes, con techo,
pan y vino, pero carentes de amor y sintiéndose por
dentro vacíos.
Mendigos de un abrazo, de consuelo, de un beso, una
mirada, de la presencia de un verdadero amigo o
simplemente de una palabra de cariño. M endigos que
sienten vergüenza de admitir que aunque tienen todo lo
material, viven en la pobreza espiritual y se sienten
frágiles como niños. Mendigos que darían todo lo que
tienen por encontrar el verdadero amor o hallar dentro
de sus familias la paz y el calor de hogar. Mendigos
que temen volver a amar, porque ya bastante han
sufrido han sido traicionados y heridos, tienen miedo
de confiar.
Hay muchos hombres y mujeres que les cuesta aceptar y
expresar la necesidad tan grande que tienen de
sentirse realmente amados y valorados; Madres que
imploran la atención de sus hijos; abuelos olvidados,
niños y jóvenes que aunque lo tienen todo, se sienten
abandonados por sus padres.
El amor y la amistad no se deben mendigar, se merecen
por dignidad; fue la herencia que a todos sus hijos
Dios por igual nos ha dejado; Pero aún así son
demasiados los corazones rotos; que aunque por fuera
se ven elegantes y bien vestidos; realmente en su
interior están destrozados. ¿Cuántas veces hemos
pasado por el lado de mendigos de amor y los hemos
ignorado? ¿Cuántas veces hemos juzgado mal a personas
que hacen lo que hacen, porque están hambrientos de
ternura y afecto y nadie se los ha dado?
A lo mejor tú o yo algunas veces nos hemos sentido
carentes de cariño y anhelamos que alguien nos ame de
tal forma que nos devuelvan la ilusión, lográndose
reparar y fortalecer nuestro corazón. Son esos
momentos en que hemos perdido lo que más hemos
querido, o simplemente no hemos encontrado lo que
tanto anhelamos, nos sentimos tan solos y deprimidos
que creemos perder la razón.
Seamos de aquellos que son capaces de brindar a todos
amor y amistad, hagamos que amando sin distinción,
logremos acabar con esa mendicidad; para que podamos
construir un mundo mejor y pueda reinar por fin la paz
en cada rincón. Es el mandato que El Maestro nos ha
querido dejar, cuando nos dijo: "Ámense unos a los
otros como yo los he amado"
Autor Desconocido
No sólo son Mendigos los que andan por las calles mal
vestidos, pidiendo de comer o beber porque tienen
hambre, sed o frío. Hay en muchos rincones del mundo,
miles de limosneros escondidos; elegantes, con techo,
pan y vino, pero carentes de amor y sintiéndose por
dentro vacíos.
Mendigos de un abrazo, de consuelo, de un beso, una
mirada, de la presencia de un verdadero amigo o
simplemente de una palabra de cariño. M endigos que
sienten vergüenza de admitir que aunque tienen todo lo
material, viven en la pobreza espiritual y se sienten
frágiles como niños. Mendigos que darían todo lo que
tienen por encontrar el verdadero amor o hallar dentro
de sus familias la paz y el calor de hogar. Mendigos
que temen volver a amar, porque ya bastante han
sufrido han sido traicionados y heridos, tienen miedo
de confiar.
Hay muchos hombres y mujeres que les cuesta aceptar y
expresar la necesidad tan grande que tienen de
sentirse realmente amados y valorados; Madres que
imploran la atención de sus hijos; abuelos olvidados,
niños y jóvenes que aunque lo tienen todo, se sienten
abandonados por sus padres.
El amor y la amistad no se deben mendigar, se merecen
por dignidad; fue la herencia que a todos sus hijos
Dios por igual nos ha dejado; Pero aún así son
demasiados los corazones rotos; que aunque por fuera
se ven elegantes y bien vestidos; realmente en su
interior están destrozados. ¿Cuántas veces hemos
pasado por el lado de mendigos de amor y los hemos
ignorado? ¿Cuántas veces hemos juzgado mal a personas
que hacen lo que hacen, porque están hambrientos de
ternura y afecto y nadie se los ha dado?
A lo mejor tú o yo algunas veces nos hemos sentido
carentes de cariño y anhelamos que alguien nos ame de
tal forma que nos devuelvan la ilusión, lográndose
reparar y fortalecer nuestro corazón. Son esos
momentos en que hemos perdido lo que más hemos
querido, o simplemente no hemos encontrado lo que
tanto anhelamos, nos sentimos tan solos y deprimidos
que creemos perder la razón.
Seamos de aquellos que son capaces de brindar a todos
amor y amistad, hagamos que amando sin distinción,
logremos acabar con esa mendicidad; para que podamos
construir un mundo mejor y pueda reinar por fin la paz
en cada rincón. Es el mandato que El Maestro nos ha
querido dejar, cuando nos dijo: "Ámense unos a los
otros como yo los he amado"
Autor Desconocido
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