Leonardo Ghiringhelli
La paz tiene que ver con un estado de integración personal en que
sentimos que estamos siendo verdaderos, que en lo posible no nos estamos
engañando respecto de lo que somos y de nuestro actuar en el mundo, que
estamos viendo a ojo desnudo nuestras falencias y reorientándolas de
acuerdo con lo que nos indica nuestra brújula interna.
Quizás para nosotros la tolerancia es un gran valor y descubrimos que en
lo íntimo y cotidiano somos intolerantes; o pensamos que los afectos son
lo principal y, sin embargo, no les damos tiempo; o pensamos que confiamos
en los procesos de la vida, o en Dios y vivimos muertos de miedo a lo que
pueda ocurrir; o pensamos que el dinero es sólo un medio y lo transformamos
en una obsesión por la cual estamos dispuestos a vender lo mejor de nuestros
momentos.
Son este tipo de contradicciones las que muchas veces nos hacen ruido y
no nos permiten vivir en paz.
Vivir en paz es vivir en honestidad nuestros procesos, es estar
tranquilos en la idea de que hemos mirado con ojos desnudos la vida y
hemos sido capaces de romper con nuestras propias prisiones para SER de
verdad y, desde nuestra propia pacificación, ser pacificadores del mundo.
La coherencia requiere también ese silencio profundo de la mente que nos
sintoniza con la frecuencia del alma. Necesitamos alivianarnos,
armonizarnos, encantarnos para percibir la sutil y potente presencia del
alma en nosotros y, desde esa claridad y quietud, entender el sentido
que queremos darle a nuestra vida, los valores que están enclavados en
lo profundo y que para nosotros es fundamental expresar para vivir en paz.
La paz tiene que ver con un estado de integración personal en que
sentimos que estamos siendo verdaderos, que en lo posible no nos estamos
engañando respecto de lo que somos y de nuestro actuar en el mundo, que
estamos viendo a ojo desnudo nuestras falencias y reorientándolas de
acuerdo con lo que nos indica nuestra brújula interna.
Quizás para nosotros la tolerancia es un gran valor y descubrimos que en
lo íntimo y cotidiano somos intolerantes; o pensamos que los afectos son
lo principal y, sin embargo, no les damos tiempo; o pensamos que confiamos
en los procesos de la vida, o en Dios y vivimos muertos de miedo a lo que
pueda ocurrir; o pensamos que el dinero es sólo un medio y lo transformamos
en una obsesión por la cual estamos dispuestos a vender lo mejor de nuestros
momentos.
Son este tipo de contradicciones las que muchas veces nos hacen ruido y
no nos permiten vivir en paz.
Vivir en paz es vivir en honestidad nuestros procesos, es estar
tranquilos en la idea de que hemos mirado con ojos desnudos la vida y
hemos sido capaces de romper con nuestras propias prisiones para SER de
verdad y, desde nuestra propia pacificación, ser pacificadores del mundo.
La coherencia requiere también ese silencio profundo de la mente que nos
sintoniza con la frecuencia del alma. Necesitamos alivianarnos,
armonizarnos, encantarnos para percibir la sutil y potente presencia del
alma en nosotros y, desde esa claridad y quietud, entender el sentido
que queremos darle a nuestra vida, los valores que están enclavados en
lo profundo y que para nosotros es fundamental expresar para vivir en paz.
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