La envidia (del latín invidia: mirar con malos ojos) es uno de los siete pecados capitales, que consiste en una tristeza ante el bien del prójimo considerado como mal propio en cuanto que se cree que disminuye la propia excelencia o felicidad. Es a la vez un pecado, un vicio y una pasión. Las causas de la envidia son muy variadas, pero casi todas ellas podrían resumirse en la disposición egocéntrica del envidioso. La envidia aparece también entre personas que sienten un complejo de inferioridad en algún campo concreto del vivir humano; los tímidos, los deprimidos, los débiles son propensos a la envidia; se considera que las mujeres son más fáciles a la envidia que los hombres. Santo Tomás dice que suelen ser envidiosos los ambiciosos de honor, los pusilánimes y los viejos. La envidia también se da entre las almas de vida espiritual. La envidia tiene efectos perniciosos en el orden moral. Conduce a otras faltas, tales como la detractación, la susurración, la difamación, la calumnia, la
"Porque ¿qué tiene el hombre de todo su trabajo, y de la fatiga de su corazón, con que se afana debajo del sol?." (Eclesiastes 2:22)