EL cristiano y la adoración (La Murmuración) Santiago, en su carta, nos advierte con claridad: “Hermanos, no murmuréis los unos de los otros. El que murmura del hermano y juzga a su hermano, murmura de la ley y juzga a la ley; pero si tú juzgas a la ley, no eres hacedor de la ley, sino juez.” (Santiago 4:11-12). ¿Alguna vez te has preguntado por qué las palabras hirientes pueden causar tanto daño? La murmuración, ese veneno que se filtra en nuestras conversaciones y corroe las relaciones, es un problema tan antiguo como la humanidad misma. Desde los israelitas que murmuraron en el desierto hasta los chismes de pasillo en la oficina moderna, la murmuración ha dejado una estela de destrucción a su paso. En esta ocasión, exploraremos las raíces de este hábito destructivo, sus consecuencias devastadoras y, lo más importante, cómo podemos cultivar una lengua que edifique y una comunidad alabe al Señor. Profundizando en las Raíces de la Murmuración: Inseguridad: Miedo al rechazo: La neces
"Porque ¿qué tiene el hombre de todo su trabajo, y de la fatiga de su corazón, con que se afana debajo del sol?." (Eclesiastes 2:22)