De estatutos y santidad 26/02/2025 Párrafo introductorio En un mundo donde las normas cambian con rapidez y lo que ayer se consideraba malo hoy muchos lo llaman bueno. En demasiadas ocasiones se apela por cierta anarquía, actitudes que muestran un constante caminar en el sendero del autoengaño de que no tenemos que darle cuentas a nadie, la Palabra de Dios se levanta como un faro firme e inmutable. Desde tiempos antiguos, el Señor estableció estatutos y ordenanzas para guiar a Su pueblo, recordándoles que su identidad no dependía de lo que hacían las naciones a su alrededor, sino de la obediencia a su Dios. Levítico 18:26 “Guardad, pues, vosotros mis estatutos y mis ordenanzas, y no hagáis ninguna de estas abominaciones, ni el natural ni el extranjero que mora entre vosotros.” Reflexión: Este pasaje nos recuerda que la santidad no es opcional ni relativa. Dios pide, en el Antiguo Testamento, obediencia a todos: al que nació dentro de Su pueblo y al extranjero que vive entre ellos...
"Porque ¿qué tiene el hombre de todo su trabajo, y de la fatiga de su corazón, con que se afana debajo del sol?." (Eclesiastes 2:22)