MUCHA GENTE se lamenta de no encontrar un sentido a su sufrimiento. "¿Por qué a mí? ¿Qué he hecho yo para que me suceda esto? La vida me está tratando verdaderamente mal. ¿Para qué vivirla así? Esto es realmente absurdo". Pues bien, mientras no le encuentre sentido a la vida, al amor, a la alegría, a la tristeza, al dolor, al sufrimiento y a la misma muerte, no podrá encontrar la paz. Y usted necesita la paz.
Veamos: Los seres humanos tenemos varias tendencias fundamentales, entre ellas la de encontrar la verdad, explicarnos las cosas de la vida y, por lo tanto, darle un sentido a la existencia. Cuando una persona no les encuentra respuesta a los interrogantes vitales, se sumerge en un abismo de angustia, desesperación y se siente invadido por las náuseas del absurdo. Por lo tanto, ¡dele un sentido a su vida!
¿Tiene sentido el sufrimiento? Sí lo tiene.
Si usted ama, tendrá que sacrificarse por la gente que ama. Esto es sufrimiento. Y vale la pena.
Si tiene que emprender un camino de superación profesional, tendrá que sacrificarse (dejar diversiones y muchas otras cosas buenas por el fin que persigue). Y vale la pena el sacrificio.
Remordimiento de conciencia, dolor por haber fallado, arrepentimiento, deseo de cambiar y una cierta sana ira contra sus actitudes negativas; todo esto es bueno. Impulsa al cambio. Ve usted, tiene sentido sufrir. Sin el sufrimiento, con una conciencia amoral, con una indiferencia enfermiza a lo relacionado con el bien y el mal, termina usted en la "calle de la vida", consumiéndose en el pecado, destruyendo su existencia y la de otros.
Creo yo que el sufrimiento es un buen termómetro para medir la calidad de su amor. La persona que más ama, se entrega y, por lo tanto, "muere" a su egoísmo, comodidad y aun a su derecho de mantener más ingresos, salud, descanso y otras cosas buenas. El caso más claro: Jesús que dio hasta la vida por usted y por todos nosotros. Y el caso de aquella mujer, por ejemplo, que levantó de la nada a siete hijos y les dio comida, ropa, educación y que a consecuencia de lavar y planchar ropa ajena a lo largo de muchos años, sufrió de una artritis espantosa que la deformó físicamente. En los últimos años de su vida sus hijos, ya trabajando, le pudieron dar una casita. Y en su lecho de muerte exclamaba que ni la casita ni nada de este mundo le daba más alegría que haber levantado a sus hijos y verlos hechos unos profesionales. Esto es amor. Y su amor la hizo abrazar el sufrimiento para realizarlo plenamente. Valió la pena sufrir.
Cuando el sufrimiento proviene de enfermedades, accidentes, calumnias, engaños, aunque son situaciones no buscadas por usted, tiene sentido ese dolor. Si lo ofrece al Señor por la purificación de sus pecados, por la salvación de la humanidad (Pablo habla de completar la pasión de Cristo) y lo aprovecha para madurar más en valentía, aplomo, control de sí mismo y le enseña a ser realista (la vida se compone de alegrías y dolores); tiene sentido el sufrimiento. Lo hizo realizarse más. Y esto no es masoquismo. Es sacarle algo positivo a todo, aun a lo más negativo. Pero sólo con el Señor podrá usted resistir las pruebas de la vida y salir adelante, pase lo que pase, porque ¡con DIOS, usted es INVENCIBLE!
Tomado de www.pa-digital.com.pa
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