Ese artículo que nunca escribí esperando el momento oportuno,
se fue añejando en los resquicios de mi memoria, llenándose de hogos e integrándose
a la pared de los planes olvidados de las intenciones rezagadas.
La palabra procrastinación, difícil de pronunciar para mi
lengua enredada ya de por sí con las palabras comunes del idioma materno, viene
a dar en el punto de las constantes idas al cesto de las cosas por hacer. —En su
momento cuando me sienta mas seguro o cuando tenga los recursos adecuados, —cuando
la experiencia de los años me acompañe o cuando vuelva a tener una computadora.
La autocensura del postergamiento se convierte en el hilo
que entreteje muchas de las agobiantes escenas diurnas de los sueños
incumplidos desde antes de sus inicios. Figuras alargadas como la sombra de la
tarde que ya anuncia la finalización de otro día sin ni siquiera avanzar en el
inicio del proyecto.
Animoso, pues, se trazan las horas de la noche con la
renuente fantasía de que: “si Dios quiere” mañana si lo haré…
Si te interesa también puedes visitar la Antorcha Bíblica
Comentarios