Melquisedec es un personaje bíblico que aparece en el Antiguo Testamento, específicamente en el libro del Génesis (Génesis 14:18-20) y en el libro de Hebreos en el Nuevo Testamento (Hebreos 5:6-10; 7:1-28).
En Génesis, se nos presenta a Melquisedec como el rey de Salem (que más tarde se conocería como Jerusalén) y un sacerdote del Dios Altísimo. Aparece en el contexto de la historia de Abram (más tarde conocido como Abraham), quien después de una victoria en batalla, se encuentra con Melquisedec. Abram le da una décima parte del botín que había capturado como una ofrenda.
En el libro de Hebreos, Melquisedec se menciona en relación con Jesucristo. El autor de Hebreos presenta a Melquisedec como una figura misteriosa y simbólica que tiene semejanza con Jesús. Se le describe como un rey eterno y sacerdote del Dios Altísimo, sin registro de ascendencia genealógica o descendencia, lo cual contrasta con la genealogía y el sacerdocio levítico.
El autor de Hebreos argumenta que Jesucristo es un sacerdote según el orden de Melquisedec y establece la superioridad del sacerdocio de Cristo sobre el sacerdocio levítico. Se presenta a Melquisedec como una figura prefigurativa de Cristo, resaltando la importancia y el cumplimiento del sacerdocio de Jesús.
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