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El Único Dios: Deuteronomio 32:37-38 (Maditación)

 Título: "El Único Dios: Deuteronomio 32:37-38"

 

Texto Base: Deuteronomio 32:37-38

"Y dirá: ¿Dónde están sus dioses,

 La roca en que se refugiaban;

 

 Que comían la grosura de sus sacrificios,

 Y bebían el vino de sus libaciones?

 Levántense, que os ayuden

 Y os defiendan."

 

Reflexión:

En estos versículos de Deuteronomio 32, el pueblo de Israel se enfrenta a una realidad profunda. Moisés les recuerda que, a pesar de sus infidelidades y su tendencia a buscar la ayuda de falsos dioses, el único Dios verdadero sigue siendo el Soberano y el Único digno de alabanza.

 

1. La Futilidad de los Ídolos:

El verso 37 señala la futilidad de los dioses a los que el pueblo había recurrido en lugar de Dios. Esos dioses hechos por manos humanas no podían salvar ni proporcionar verdadera protección. Los ídolos eran inútiles y vacíos, incapaces de brindar ayuda genuina.

 

2. El Poder y la Autoridad de Dios:

En contraste, el verso 39 resalta el poder y la autoridad del Dios de Israel. Él es el único que tiene el poder de dar vida y de quitarla, de herir y de sanar. Ningún otro ser tiene esta autoridad suprema. Dios no solo es el Creador, sino también el Sustentador de la vida.

 

Conclusión:

 

Estos versículos nos instan a reflexionar sobre la importancia de reconocer y adorar al único Dios verdadero. En un mundo lleno de distracciones y falsos dioses, debemos recordar que solo Dios tiene el poder de salvar, sanar y sustentar nuestras vidas.

Que en medio de las tentaciones de buscar seguridad en ídolos modernos, volvamos nuestros corazones y adoración al Dios único y verdadero. En Él encontramos refugio, sanidad y vida eterna. Reconozcamos Su soberanía y autoridad en nuestras vidas y vivamos en dependencia de Él.

Si aún no has obedecido el evangelio recuerda las palabras del apóstol Pablo cuando dice Porque dice:

 En tiempo aceptable te he oído,

 Y en día de salvación te he socorrido. He aquí ahora el tiempo aceptable; he aquí ahora el día de salvación. (2 Corintios 6:2)

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