Un Viaje de obediencia (Video)📹
Meditación basada en Hechos 7:4
06/02/2025
¿Alguna vez has sentido que Dios te está llamando a salir de tu zona de comodidad, pero no sabes exactamente hacia dónde te lleva? A veces, el camino de la fe no empieza con respuestas claras, sino con un paso de obediencia. Hoy quiero invitarte a detenerte por un momento y reflexionar en la historia de Abraham, un hombre que dejó todo por seguir una promesa. Su viaje no fue inmediato ni sencillo, pero cada paso estuvo guiado por la mano de Dios. Acompáñame a descubrir cómo este relato antiguo puede iluminar nuestro propio caminar hoy.
"Entonces salió de la tierra de los caldeos y habitó en Harán; y de allí, muerto su padre, Dios le trasladó a esta tierra, en la cual vosotros habitáis ahora." (Hechos 7:4)
Este pasaje, parte del discurso de Esteban ante el concilio, nos lleva a contemplar los pasos de obediencia y fe del patriarca Abraham. En pocas palabras, se resume un viaje largo, desafiante y profundamente espiritual: salir de lo conocido, detenerse por un tiempo, perder a su padre y finalmente, ser guiado por Dios hacia la tierra prometida. Cada una de esas etapas representa también aspectos del caminar del creyente con el Señor.
Primero, Abraham “salió de la tierra de los caldeos”. Dejó atrás su tierra natal, su cultura, su seguridad y comodidad. Así también, la vida de fe inicia con un llamado a abandonar lo que nos ata, lo que nos acomoda pero que nos impide crecer espiritualmente. Dios no bendice nuestra permanencia en lugares de conformismo espiritual.
Luego, “habitó en Harán”, un lugar de tránsito. A veces, en nuestro caminar, Dios nos permite pasar por tiempos de espera, lugares intermedios donde no todo está claro. Harán no era el destino final, pero fue parte del proceso. En esos tiempos de espera, Dios trabaja en nuestro carácter, moldea nuestras prioridades y nos prepara para lo que viene.
Después, leemos que “muerto su padre, Dios le trasladó”. Algunas pérdidas, aunque dolorosas, marcan el inicio de una nueva etapa. Hay desprendimientos inevitables en el camino de la fe. Pero en medio del duelo o del cambio, Dios actúa: Él “traslada”, dirige, guía. No nos deja solos en el proceso.
Finalmente, Dios lo lleva “a esta tierra, en la cual vosotros habitáis ahora”. El propósito de Dios con Abraham no era sólo personal, era generacional. Su obediencia abriría camino a la promesa, afectando la vida de muchos más.
Reflexión final:
¿Qué necesitas dejar atrás para avanzar en tu relación con Dios? ¿Estás atravesando un Harán, esperando dirección? ¿Has experimentado pérdidas que parecen frenar tu camino? Recuerda que Dios es quien traslada. Él tiene el control de tu viaje. No te aferres al pasado ni te detengas en el intermedio. Camina, confía y obedece. La tierra que Él te ha prometido está adelante.
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