Hola! Estoy posteando este articulo... aunque no estoy de acuerdo. Quien lo escribió recrimina en este articulo solo a las mujeres. Un articulo bastante machista, pero si lo leemos y aplicamos a ambos sexos, tiene algo de provecho.
Jessica
**********************************************************************************************************************************
En la estructura de nuestra civilización, matrimonio y familia son piedras angulares de la sociedad. Por esta causa sólo mediante el matrimonio recibe la convivencia del hombre y mujer el sello de una verdadera sociedad.
Actualmente muchos jóvenes consideran que la moral sexual es asunto de su exclusiva incumbencia. Sin embargo, la facultad de elegir supone saberla ejercer.
Otra generación sostenía un acuerdo general respecto a la virginidad:
ninguna mujer decente, a ninguna edad, debe tener relaciones íntimas con un hombre que no sea su marido. En privado, había excepciones, pero sólo rebeldes y algunos epicúreos confesaban abiertamente que vivían juntos o que tenían "comercio carnal" fuera del matrimonio.
Hoy las cosas han cambiado en muchos países. Los novios que tienen relaciones sexuales antes del sacramento matrimonial rara vez se avergüenzan de sus actos. Casi todos los jóvenes consideran hoy la actividad sexual como parte natural de su vida. Reconocen que las mujeres la necesitan tanto como los varones.
En un encuentro de profesionales que estudian la conducta sexual, esta manera de pensar es razonable desde el punto de vista psicológico y la sinceridad con que hoy se enfocan los temas sexuales en la familia; hay que tener sentido común.
Pero surge un problema. Fuera de la doctrina de Cristo no hay código moral suficientemente obligatorio para marcar el rumbo y si conservan la virginidad o no es ahora algo personal. ¿Con qué criterio deberán decidir los adolescentes?, para ayudarse a aclarar sus ideas al respecto. Y, ciertamente, antes de iniciar una relación sería conveniente que los dos se pregunten: ¿estoy tratando de probar algo?
Voy a poner un ejemplo, una adolescente decide desafiar la autoridad de sus padres porque tuvo relación sexual; a raíz de esa relación siete meses después dio a luz un niño, para probar que es mujer. Sin embargo, tuvo que pagar un precio muy alto por desafiar la autoridad paterna.
Si una joven no se entiende con sus padres, debe razonar con ellos, implorar su compresión, tratar de imponerse.
Si nada consigue, recuerde que un día será mujer adulta. De seguir el ejemplo que yo puse corre el riesgo de perderse.
¿Temo que me deje?
Si una joven insegura supone que debe ceder a los deseos de su amigo para no perderlo, es que hay algún error fundamental en esa relación.
¿Cómo me sentiré, mañana?
En una cultura que da señal como valor al placer momentáneo, tendemos a gozar lo que se nos presenta sin pensar mucho en las consecuencias.
¿Me acosté con él y debo amarlo?
Cuando dos jóvenes establecen demasiado pronto una relación sexual, suelen descubrir que han formado un vínculo. Una vez que esto ocurre, se sienten prisioneros y -como a todos nos pasa- tienden a defender su decisión, a racionalizar un error. "Me acosté con él -piensa ella-, debo amarlo". Muchos matrimonios desgraciados han sido la triste consecuencia de la apresurada decisión de los dos, de divertirse un poco.
La nueva moral ayudó a superar la negativa creencia de que es lascivo y pecaminoso obedecer al impulso sexual, pero por otra parte nos amenaza con abaratar el amor.
¿Sé tanto como creo sobre temas sexuales?
Es algo común ignorar los métodos para regular la fertilidad. Los jóvenes que no son bastante concientes para aprenderlos y considerar la consecuencia de no aplicarlos, no están, evidentemente, en condición de probar su sexualidad.
¿Estamos los dos preparados?
Para establecer una relación amorosa. Se requiere tiempo de madurez, sensibilidad, capacidad de amar a otros tanto como a nosotros mismos.
El que una joven esté madura para consagrarse a otra persona es sólo la mitad del requisito. ¿Lo está él? Esa es la otra mitad.
Muchas jóvenes profesan sólidas convicciones religiosas o morales que las hacen repudiar el amor carnal antes del matrimonio. Para ellas no hay otro recurso que esperar el santo sacramento. Otras jóvenes se encuentran ante la necesidad de tomar una decisión, de sentar sus propias normas. La facultad de elegir supone la obligación de elegir acertadamente. Y aquí hay una responsabilidad de grandes consecuencias.
Miguel Pettinati
Tomado de www.laopinion-rafaela.com.ar
Jessica
**********************************************************************************************************************************
En la estructura de nuestra civilización, matrimonio y familia son piedras angulares de la sociedad. Por esta causa sólo mediante el matrimonio recibe la convivencia del hombre y mujer el sello de una verdadera sociedad.
Actualmente muchos jóvenes consideran que la moral sexual es asunto de su exclusiva incumbencia. Sin embargo, la facultad de elegir supone saberla ejercer.
Otra generación sostenía un acuerdo general respecto a la virginidad:
ninguna mujer decente, a ninguna edad, debe tener relaciones íntimas con un hombre que no sea su marido. En privado, había excepciones, pero sólo rebeldes y algunos epicúreos confesaban abiertamente que vivían juntos o que tenían "comercio carnal" fuera del matrimonio.
Hoy las cosas han cambiado en muchos países. Los novios que tienen relaciones sexuales antes del sacramento matrimonial rara vez se avergüenzan de sus actos. Casi todos los jóvenes consideran hoy la actividad sexual como parte natural de su vida. Reconocen que las mujeres la necesitan tanto como los varones.
En un encuentro de profesionales que estudian la conducta sexual, esta manera de pensar es razonable desde el punto de vista psicológico y la sinceridad con que hoy se enfocan los temas sexuales en la familia; hay que tener sentido común.
Pero surge un problema. Fuera de la doctrina de Cristo no hay código moral suficientemente obligatorio para marcar el rumbo y si conservan la virginidad o no es ahora algo personal. ¿Con qué criterio deberán decidir los adolescentes?, para ayudarse a aclarar sus ideas al respecto. Y, ciertamente, antes de iniciar una relación sería conveniente que los dos se pregunten: ¿estoy tratando de probar algo?
Voy a poner un ejemplo, una adolescente decide desafiar la autoridad de sus padres porque tuvo relación sexual; a raíz de esa relación siete meses después dio a luz un niño, para probar que es mujer. Sin embargo, tuvo que pagar un precio muy alto por desafiar la autoridad paterna.
Si una joven no se entiende con sus padres, debe razonar con ellos, implorar su compresión, tratar de imponerse.
Si nada consigue, recuerde que un día será mujer adulta. De seguir el ejemplo que yo puse corre el riesgo de perderse.
¿Temo que me deje?
Si una joven insegura supone que debe ceder a los deseos de su amigo para no perderlo, es que hay algún error fundamental en esa relación.
¿Cómo me sentiré, mañana?
En una cultura que da señal como valor al placer momentáneo, tendemos a gozar lo que se nos presenta sin pensar mucho en las consecuencias.
¿Me acosté con él y debo amarlo?
Cuando dos jóvenes establecen demasiado pronto una relación sexual, suelen descubrir que han formado un vínculo. Una vez que esto ocurre, se sienten prisioneros y -como a todos nos pasa- tienden a defender su decisión, a racionalizar un error. "Me acosté con él -piensa ella-, debo amarlo". Muchos matrimonios desgraciados han sido la triste consecuencia de la apresurada decisión de los dos, de divertirse un poco.
La nueva moral ayudó a superar la negativa creencia de que es lascivo y pecaminoso obedecer al impulso sexual, pero por otra parte nos amenaza con abaratar el amor.
¿Sé tanto como creo sobre temas sexuales?
Es algo común ignorar los métodos para regular la fertilidad. Los jóvenes que no son bastante concientes para aprenderlos y considerar la consecuencia de no aplicarlos, no están, evidentemente, en condición de probar su sexualidad.
¿Estamos los dos preparados?
Para establecer una relación amorosa. Se requiere tiempo de madurez, sensibilidad, capacidad de amar a otros tanto como a nosotros mismos.
El que una joven esté madura para consagrarse a otra persona es sólo la mitad del requisito. ¿Lo está él? Esa es la otra mitad.
Muchas jóvenes profesan sólidas convicciones religiosas o morales que las hacen repudiar el amor carnal antes del matrimonio. Para ellas no hay otro recurso que esperar el santo sacramento. Otras jóvenes se encuentran ante la necesidad de tomar una decisión, de sentar sus propias normas. La facultad de elegir supone la obligación de elegir acertadamente. Y aquí hay una responsabilidad de grandes consecuencias.
Miguel Pettinati
Tomado de www.laopinion-rafaela.com.ar
Comentarios