Meditación: El Corazón que Pregunta
11/03/2025
Hay quienes escuchan la Palabra de Dios como quien oye el sonido del viento: lo perciben, pero no lo comprenden. Otros, en cambio, se detienen, reflexionan y buscan el verdadero sentido de lo que Dios está diciendo. La diferencia no está en la parábola, ni en el predicador, ni en la multitud… sino en el corazón de quien escucha. Cada enseñanza de Jesús es una invitación a profundizar, pero esa invitación solo la aceptan quienes tienen la humildad de reconocer que no lo saben todo.
📖 Lucas 8:9
“Y sus discípulos le preguntaron, diciendo: ¿Qué significa esta parábola?”
Los discípulos escucharon la misma parábola que la multitud, pero ellos no se marcharon hasta recibir entendimiento. Todos oyeron la historia del sembrador, pero solo unos pocos tuvieron el valor de acercarse al Maestro y preguntar: “¿Qué significa?”. Esa pregunta marcó la diferencia entre una enseñanza no comprendida y una verdad revelada. El Reino de Dios no se descubre desde la distancia, sino desde la cercanía; no con indiferencia, sino con hambre espiritual.
Jesús respondió porque a Él le agrada el corazón que busca. El que se conforma con oír, recibe una semilla que probablemente se pierda; pero el que pregunta, el que escudriña, el que reconoce su necesidad, recibe una explicación que transforma su vida. El Señor no esconde sus misterios para alejarnos, sino para despertar en nosotros el deseo de conocerlo más profundamente.
Esta escena nos recuerda que la verdadera madurez espiritual no consiste en acumular información bíblica, sino en permitir que la Palabra nos cuestione, nos guíe y nos lleve a los pies de Cristo. El que pregunta no demuestra debilidad, sino disposición; no revela ignorancia, sino interés genuino por las cosas eternas. En un mundo donde muchos escuchan pero pocos entienden, Jesús sigue honrando al que se acerca con humildad.
Hoy somos llamados a adoptar la postura de los discípulos. Cada lectura bíblica es una invitación a acercarnos al Señor con la oración: “Señor, háblame. Enséñame. Muéstrame lo que no entiendo”. La Palabra se vuelve viva cuando la buscamos con sinceridad, cuando dejamos que el Espíritu Santo ilumine aquello que está oculto a simple vista.
📘 Que cada vez que abramos la Biblia tengamos el corazón de un discípulo: humilde para preguntar, dispuesto a aprender y sediento de escuchar la voz del Maestro. Porque los secretos del Reino se revelan a quienes se acercan y preguntan.
Cierre: Una Invitación a Obedecer el Evangelio
Entender la Palabra es solo el primer paso; el siguiente es obedecerla. Así como los discípulos se acercaron a Jesús para comprender, también nosotros debemos acercarnos para rendirnos a su verdad. El evangelio no es solo un mensaje para reflexionar, es un llamado a transformar nuestra vida.
Hoy Jesús sigue diciendo: “El que tiene oídos para oír, oiga”. Oír es atender. Oír es responder. Oír es obedecer.
Si Dios ha despertado en tu corazón el deseo de conocerle, no te quedes solo con la pregunta: da el paso hacia la obediencia; naciendo de las aguas bautismales creyendo en el Señor Jesús con la disposición firme de mantener la fidelidad en dirección a la vida eterna.
💬 La salvación es para los que escuchan… y obedecen.
Que esta meditación nos incline a acercarnos a Cristo no solo para entender su Palabra, sino para vivirla con fidelidad y entrega.
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